25.4.06

Misión cumplida, hermano

Eran las doce y veinticinco de una noche de abril. Por los transistores en los que estaba sintonizada Radio Renascença comenzaban a sonar las primeras notas de Grandola, vila morena. Era la señal pactada. Grupos de militares del MFA (Movimento das Forças Armadas) comenzaron a tomar posiciones en diversos puntos estratégicos a lo largo de Portugal. Había comenzado el 25 de abril. Había estallado la Revolución de los claveles. Antes del alba, en las casas de dos grandes periodistas, lamentablemente ya desaparecidos, sonó el teléfono. Algunos años después, así lo contaba uno de ellos. ¿Para qué añadir más?

Misión cumplida, hermano

Por Alberto Otaño



Aquella madrugada, como casi todas por entonces, había dado con mis huesos en la cama alrededor de las cuatro. A las seis y media, el estrépito del teléfono horadó mi sesera como un estilete.
- Alberto -decía una voz también aguardentosa-, ¿tienes pasaporte?, ¿tienes coche?, ¿tienes dinero? Pues te vas a Portugal.
- ¿De vacaciones?
- No, guapo. Es que parece que ha habido un golpe de Estado.
- Estas no son horas...
- Déjate de coñas, dúchate y vente para el periódico. Antonio Gabriel ya está avisado.

A la sazón, yo andaba como enviado especial en Nuevo Diario. Estaba acostumbrado a viajar a horas intempestivas, pero nunca hubiera imaginado que algún día me quitarían los sopores de aquella manera para anunciarme una revolución en el país vecino. De modo que me eché un agua, arranqué mi viejo Renault 8 y me dirigí a la Redacción. Allí, puntual y reluciente, me esperaba Antonio con un teletipo de la agencia Efe en la mano.

- Esto es todo lo que hay.

El cable era un urgente que, lacónicamente, anunciaba que la guarnición de Santarem se había rebelado y marchaba hacia Lisboa. Amén.

De forma que, carretera y manta. Con la legaña aún pegada al ojo y el papelito de la agencia por toda información, enfilamos ruta hacia Santarem por donde Dios nos dio a entender. Mi Renault echaba humo -yo, que en mi vida había pasado de cien, iba casi a ciento treinta y aquel cacharro culeaba como una bailarina- no fuera a ser que nos cerraran la frontera.

Pues, nada. En la raya aduanera todo estaba tranquilo.
- Oiga, ¿usted sabe algo sobre una revolución?
- ¿En qué país, sinhor?
Adelante. Santarem se estaba desperezando cuando llegamos metiendo ruido. No había rastro de civiles ni de militares. Buscamos el cartel indicador hacia Lisboa.
- Habrán ido por aquí, supongo.
- Elemental, querido Otaño.

La Radio Nacional española -mi coche era una tartana pero tenía un aparato de puta madre- decía que la canción “Grandola, vila morena” había sido la contraseña para la marcha sobre la capital. Ya era un dato.

Y así, jugándonos el tipo, sorteando a los suicidas conductores portugueses, llegamos a Lisboa.
Nada. Tráfico normal. La gente, a lo suyo. Los guardias, a sus multas. Se regaban los jardines....
- Antonio, nos han engañado. Y te juro que el cabrón que nos haya sacado de la cama sin haber podido dormirla, va a llevarse dos hostias.
Gabriel estaba tan extrañado como yo, pero su retranca gallega le hacía decirme:
- Calma, vasco. Algo pasará...
Decidimos buscar el hotel más pera de la ciudad. Siempre que hay conflictos, los reporteros hacen del hotel más lujoso su cuartel general. No nos equivocamos. Allí había ya algunos periodistas como nosotros. Y tan perplejos. Alguien de nuestra embajada nos confirmó lo que decía el papelito de Efe. Que sí, que había revolución.

- Pues venga Dios y lo vea.
Alquilamos una habitación para echarnos otro agua y llamar a Madrid.
- ¿Hay muchos tiros? ¿Estáis bien?
- Y yo, en tus muertos.
Fue precisamente entonces, al colgar el auricular, cuando Antonio Gabriel tuvo la idea.
- Vamos a dar una vuelta. Aquí no hacemos nada.
Salimos del hotel ante la mirada irónica de otros colegas.
Comenzamos un paseo por las cercanías de nuestra residencia.
Nada. Un poco más lejos. Nada.
Hasta que, de pronto, el estallido. Soldados por doquier, en camiones, en blindados, a pie. Soldados con el fusil al hombro y, en la bocacha, un clavel. Cientos de claveles en cientos de fusiles. A Antonio se le dilató la pupila.
- ¡Espérame aquí!

Y se lanzó entre los militares, entre la muchedumbre. El único que disparaba algo en aquel batiburrillo era él: su Nikon echaba más humo que mi Renault. No tardó más de media hora. Exultante y sudoroso volvió a donde yo estaba.
- ¡Vámonos a Madrid! ¡Lo tengo todo!
Recogimos los bártulos. Pagamos religiosamente el habitáculo que no habíamos utilizado. Había que salir de allí cagando melodías, no fueran a cerrar las fronteras. Ya habíamos visto la revolución. Por la noche llegamos al periódico. Medio muertos. Gabriel se encerró en el laboratorio. Yo me puse a parir. A la mañana siguiente, Nuevo Diario daba la enorme exclusiva gráfica de don Antonio.
Misión cumplida, hermano.

23.4.06

Reflexiones poco importantes XIX

Cuestiones laborales me obligan, durante las últimas semanas, a practicar el sexo oral, pero también, y sobre todo, el escrito y el leído. En uno de los últimos tratados que han caído ante mis ojos, veo: “El sadomasoquismo es un juego…” ¿Quiere decir, entonces, que la violencia doméstica es equiparable a las olimpiadas? ¿dónde está el límite?

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Tengo un compañero que va a empezar a fumar. Dice que nos envidia a los fumadores recién llegados que conozcamos más gente dentro de la empresa que él, que lleva más de un año contratado. Y es que en la terraza prácticamente nos conocemos todos. Han conseguido convertir el tabaco en una droga social.

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Una de las cuentas pendientes de la ciencia es encontrar una cura para el SIDA. Una de las cuentas pendientes de la Iglesia es declarar cuántos curas tienen SIDA.

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Un leve toque machista: Nunca intentes ligar con Esperanza, ella es la última en perderse.

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Hasta hace unas semanas, no recuerdo haber tenido noticia de algo parecido. Desde hace unas semanas, no pasa un mes sin que nos enteremos de casos parecidos. Leído en 20 minutos:
Descubren 62 nuevas especies de moluscos en una isla filipina

¿Y hasta ahora qué cojones hacían los científicos?

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Manías de los “analistas”. Al cumplirse dos años de la toma de posesión del Presidente del Gobierno, escucho y leo a algunos de habitual contertulios, referirse al “ecuador de la legislatura”. Lo más curioso es que son varios los que coinciden al predecir un más que presumible adelanto de las próximas elecciones. ¿En qué quedamos? Si hablamos de “ecuador” al cumplirse los dos primeros años, deduzco que aún quedan otros tantos por delante. Empero, si las elecciones se adelantan (y mis sospechas infundadas van en este sentido) el “ecuador” hubo de ser cruzado tiempo ha.
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Los responsables de la DGT (Dirección General de Tráfico) repiten los errores del pasado. Tras el cierre del balance de la Semana Santa con más fallecidos que el pasado año, todavía insisten en remarcar que “el 48 % de los muertos no llevaba puesto el cinturón de seguridad” de donde se colige, por tanto, que el 52% restante llevaba bien abrochado el cinto. Esto es, en caso de accidente, muere más gente con el cinturón abrochado que sin sujeción. ¿No hay nadie que pueda enseñar a estos irresponsables a interpretar las estadísticas?
***
Al recorrer el pulverulento sendero
que separa mi morada de la lejana metrópoli,
sacude mi sesera la nostalgia del futuro.
Aún faltan dos siglos para poder volar.
(G. Aruyama. Libro III)
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Nepión

20.4.06

A picar piedra

Siete de cada diez veces que cojo un taxi me encuentro al volante un hombre que tiene en su poder la fórmula magistral para acabar con todos los problemas sociales. Los tres restantes,… son mujeres. Y también conocen esa fórmula. Sea cual sea el problema planteado, la solución es siempre la misma: Poner a alguien a picar piedra. Que hay muchos inmigrantes (“¡¿Es que en Colombia no hay semáforos?!” brama por la ventanilla) “Yo los ponía a todos estos a picar piedra y verás que pronto se marchaban.”
Si la radio del coche (ni se te ocurra pedirle que cambie la emisora) menciona el crecimiento del índice de fracaso escolar, “A esos les ponía yo a picar piedra, y les faltaba tiempo para coger un libro.” Que aumenta la población penitenciaria: “a picar piedra en lugar de darles de comer por el morro”.
Es la fórmula mágica. Nada del carnet por puntos: “A picar piedra les ponía yo hasta que se les quitaran las ganas de coger el coche.” Por supuesto que es también la receta perfecta para terminar con el botellón, con el tráfico de drogas, y hasta con la violencia doméstica, aunque en este último caso he escuchado ciertas discrepancias sobre qué miembro de la pareja debe ser el seleccionado para machacar las piedras.
Convertir grandes rocas en guijarros le ayudaría al Madrid a ganar una Liga, disminuiría la inseguridad ciudadana, reduciría a límites inusitados las tasas de alcoholemia y, si me apuran, probablemente terminaría con el pernicioso efecto invernadero, amén de mejorar el tránsito intestinal mucho mejor que los yogures cargados del bífidus ese.
Recuerdo que incluso, hubo un taxista que pretendía poner a picar “a esos de la huelga que han venido a parar el tráfico en el centro”. Me pareció inútil tratar de explicarle que, precisamente, los de la huelga, eran los trabajadores de las canteras que querían mejorar su convenio. Que hasta quienes pican piedra quieren condiciones dignas de trabajo.
Lo que no he conseguido averiguar jamás es qué puñetas tendríamos que hacer con tanta piedra machacada.
Nepión

16.4.06

Reflexiones poco importantes XVIII

El tradicional himno republicano, el himno de Riego, fue conocido en algunas partes del suelo patrio como “la marcha del Nuncio”. Se decía que cuando se escuchaban sus primeras notas, el nuncio salía corriendo del país.

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Tradicionalmente, tal día como el pasado viernes, buena parte de amigos y conocidos recibían un escueto mensaje de 3 palabras, en conmemoración del aniversario de la II República. Al conmemorarse el septuagésimo quinto (lo escriban bien, coño), he faltado a la cita. Conscientemente. Prefiero ir buscando fecha para conmemorar el primer aniversario de la III, que me da que está un pelín más cerca cada día. ¿Partirá Ussía al exilio?

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Con lo habitual que es analizar nuestra historia comparándola con la de los países de nuestro alrededor más próximo, y no leo que nadie haya caído en la cuenta que somos el único país del entorno que durante los últimos cinco siglos no ha mandado al patíbulo a un rey en ejercicio.

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El artículo 56.3 de la Constitución establece que “la persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad”. Durante años lo hemos interpretado erróneamente como si la figura del monarca no pudiera ser sometida a críticas. Nada más lejos de la verdad. Si alguna de las actuaciones de la corona hubieren sido abiertamente criticadas, hubiera podido ejercitar su defensa. En lugar de ello, la corona y sus allegados son protagonistas de todo tipo de rumores que nunca nadie desmiente.

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Escucho los suspiros carnales
del mocerío entusiasta que se ayunta nervioso
en la hondonada que va del regato a los tilos.
En lugar de atronar de ese modo la ribera
¿no podrían copular en silencio?
(G. Aruyama. Libro IX)


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El nombre de Telediario solo se refiere a los de TVE. Las demás cadenas generalistas suelen bautizar sus espacios informativos con el original nombre de “informativos” sin embargo, los espectadores solemos referirnos a los informativos con el nombre de Telediario a modo de genérico.
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Anaïs del Foss me pide que comunique a sus lectores que debido a una serie de motivos inesperados, ha tenido que tomarse un periodo de asueto. Algún día volverá con el horóscopo a cuestas, pero no ha sido capaz de precisar una fecha concreta.
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Nepión

12.4.06

Reflexiones poco importantes XVII

Listo que es el juez del Olmo. Aprovechar la Semana Santa para notificar el procesamiento de los acusados por el 11-M. ¿Interrumpirán las vacaciones los Acebes y Zaplanas o dejarán que lidien el morlaco espadas de segunda fila? ¿Preferirá Pedro José un chapuzón en su piscina balear antes que volver a tirarse a la de mochilas, relojes y presuntos confidentes? ¿Y Mariano? Su procesión debe ir por dentro.

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Leo en un tratado sobre sexo (obligaciones laborales) que entre las fantasías de algunas mujeres se encuentra, con cierta frecuencia, la de acostarse con su jefe. No consta, sin embargo, que sientan atracción especial por el masoquismo.

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Con lo preocupados que estábamos hace apenas un mes, ya nos importa un comino que el periquito estornude. Hasta la epidemia que viene. Me sé de alguno que se va a meter el tamiflú por donde amargan los pepinos.

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Cuando no son especies nuevas que se descubren, aparecen otras que se creían extinguidas. Cualquier día de estos alguien va a descubrir un dinosaurio por la calle. Hace tiempo que no sé nada de Marujita Diaz.

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En Málaga, es costumbre liberar un preso el Miércoles Santo en la procesión de Jesús el Rico. Mala cosa, con los ilustres visitantes que la penitenciaria malagueña ha recibido en los ultimos días, si llega a ser Jesús el Pobre el liberador, seguro que este año le cambiaban el apodo a golpe de talonario.

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Algunos tratados de sexo (quizá un tanto obsoletos) clasifican los orgasmos femeninos según dónde se localice el punto de excitación. Así, hablan de orgasmos vaginales, clitoridianos, anales… Sin embargo, no he encontrado tratado alguno que, en el caso masculino, mencione los orgasmos de cojones. Y haberlos, hailos.

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Dime, oh omnisciente alondra
que surcas incolume las etéreas salas,
dime sapientísima beldad de las mil miradas
¿Dónde olvide el almuerzo?
(G. Aruyama. Libro LI)
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Nepión

6.4.06

De las contradicciones patrias

Vivo en un país lleno de contradicciones. Que no digo yo que eso sea malo. Es lo que es. Por ejemplo, tenemos la Guardia Civil. Un cuerpo de seguridad que, como su propio nombre indica, es plenamente militar. Que no es que sea mejor o peor. No sólo no lo sé, sino que además lo ignoro por completo. Pero es contradictorio en su denominación.

Que el otrora director de los servicios deformantes de la televisión pública estatal intente convencernos que puede convertirse en cómico, no sólo es contradictorio. Cuando se le ve intentarlo, resulta patético.

Que los jerifaltazgos de las diferentes televisiones que en España son decidieran, no hace demasiados meses suscribir de común acuerdo un íbidem para la protección de la infancia a fin de impedir que los impúberes presencien escenas que puedan resultar lesivas para su formación y/o desarrollo, es mucho más que contradictorio. Es una sarta de palabrería que se vacía de contenidos con sólo encender el receptor televisivo. Sea la hora que sea.

Que la calma entre los grandes partidos políticos sólo se consiga cuando los tenedores de la espada de Damocles anuncian su intención de suspender las acciones violentas, mientras que cuando éstos mataban inocentes, los insultos volaban de escaño a escaño, es bastante contradictorio. Es más. Es causa y motivo de vergüenza y sonrojo.

Que la titular de la cartera de Cultura no sepa distinguir los latinajos de los dibujos animados, es contradictorio, aunque también una triste muestra de lo mal encaminados que han ido marchando los planes educativos de los últimos lustros.

Que las tropentaitantas televisiones de nuestra España plural renieguen de la emisión de los premiosanuales de la Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión es tan contradictorio como si, un suponer, miembros del Seprona dedicaran sus esfuerzos a la quema indiscriminada de los montes. Aunque puede que esto también haya ocurrido en un pretérito no muy lejano.

No es menos contradictorio que pretencioso que los profesionales que se dedican a la cosa del entretenimiento desde la tele, decidieran bautizar su organización profesional con el mencionado en el parágrafo anterior.

¿A quién le puede extrañar, por tanto, que la alcaldesa de la capital de la Costa del Sol vaya a pasarse los próximos meses a la sombra? Lo extraño y contradictorio es que no lo hicieran sus antecesores.
Nepión

5.4.06

Reflexiones poco importantes XVI

Para ser director en El País, parece ser necesario que el nombre de pila empiece por la letra “J”: Juan Luis Cebrián, Joaquín Estefanía, Jesús Cebeiro, Javier Moreno. Para ser director de La Razón parece ser necesario, no solo que la “J” encabece el nombre, además, parece fundamental que el primer apellido comience con “V” Joaquin Vila, José Antonio Vera, Jose Alejandro Vara. Curiosamente, para ser director en El Mundo, tambien hay que tener un nombre que empiece por "J" pero, el apellido debe empezar por "R" y terminar por "amírez". No hay más tutía. Que se lo digan a Pedro José.

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189 a favor, 154 en contra y dos abstenciones. Y el caso es que no se ha roto nada de lo que se iba a romper. ¡Alarmistas de mierda!

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¿Le gusta la televisión?
Por cada minuto que usted, amable lector, pasa sentado de la televisión viendo uno de sus canales, se está perdiendo entre 40 y 80 minutos de televisión a través de otras cadenas. No es una exageración. Echemos cuentas: Seis cadenas nacionales (laSexta ya emite desde el lunes, si lo sabré yo). Veintinosecuantas por el decodificador de lo digital. Otras veintimuchas por el satélite, sin contar las que hablan en “raro” (italiano, alemán, francés…). Una o dos autonómicas. Y locales… hay sitios donde pueden cogerse casi otras veintipico. Encima, no cuento las ventialgo del cable porque muchas están repes. Hágase a la idea de que nunca va ser capaz de verlo todo. Si aplica, además, la “Apostilla de Nepión” a la ley de Murphy, comprenderá porque hay tanta gente que reniega de la programación televisiva: “Sintonices el canal que sintonices, en otro canal siempre habrá un programa mejor que el que estás viendo”. Pura probabilidad.
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Desde el otero siento llegar por oleadas
cargadas de olivo, abedul, cipres, encina,
avellano, gramíneas, mostaza, y coniferas varias
Que no se me olvide encargar pañuelos.

(G. Aruyama. Libro II)
***
En una cadena de comentarios lo suficientemente larga, siempre aparecerá un simpatizante de la red liberal criticando la reforma del estatuto catalán. Aunque el tema del artículo nada tenga que ver con ello.
***
Nepión

4.4.06

De los aparatos electricos simples

Hace años, decenios incluso, cuando comenzaba a adentrarme en la mocedad, un grupo de amigos, asaz variopinto, nos congregábamos las más de las tardes en el salón del único pandillero que había podido invertir sus posibles en la emanciación. Dichoso él, si bien, era una emancipación un tanto sui generis, puesto que lo precario de sus ingresos, una vez deducido el abono de la vivienda (16.000 pesetas de las de entonces, que era un manojo considerable), apenas le llegaba para cubrir otros gastos, de modo que el pollo seguía masticando por cuenta de los progenitores y, de paso, aprovechando las visitas al pater familias, transportar la colada para entretenimento de la mater familias, que “así no sentía tanto la marcha del hijo” (morro no le faltaba, no).
Ocurrió que, con el tiempo y alguna que otra colaboración paterna en forma de llamadas, el pollo emancipado alcanzó, por fin, una paga honorable que, no solo bastaba para abonar el inquilinato, sino que dejaba restos suficientes para mejorar nivel de vida del arrendado. Pese a que el horario laboral ya no le dejaba tiempo para mover el bigote en la casa del padre, al llegar el fin de semana continuaba prodigando las visitas de hijo prodigo a fin de cumplir con el tercero (honrar padre y madre, si no recuerdo mal el Ripalda) y, de paso, aliviar los sentimientos de tristeza acarreando la consabida bolsa llena de gayumbos sucios, a la ida, o mudas limpias y almidonadas, en el viaje de vuelta.
La prosperidad del muchacho, unido a su simpar apetencia de destacar ante quien fuere, por una parte, y al descubrimiento de los pagos aplazados, de otra, provocó que en poco tiempo, su salón se convirtiera en muestrario de tienda de electrodomésticos, sección línea marrón (así, al menos quiero recordar, se denominaba el departamento donde se expedían los aparatos para el hogar que no tenían relación directa con la cocina o el lavadero: radios, televisiones…).
Una tarde, recuerdo, decidió reunir a toda la pandilla, que por entonces habia empezado a disgregarse por esas cosas de los amoríos y de los trabajos allende la urbe. Ignoro el procedimiento utilizado, pero aquella tarde volvimos a reunirnos en su casa. Al poco de llegar nos anunció, sin bombo ni platillo, cierto, que poco después de las ocho iban a traerle una macrotelevisión de nosécuantas pulgadas, amen de un vídeograbador.
Al cielo pongo por testigo que no hubo petulancia por mi parte, ni la menor intención de aguarle al anfitrión la puesta en escena, pero al escuchar sus palabras comencé una diatriba feroz contra la inutilidad de esos aparatos hipermodernos en los que se podían sintonizar más de cien canales diferentes, “cosa absurda”, dije, “porque no tenemos más que tres”, (el ‘normal’, el ‘uhacheefe’ y la recién nacida televisión autonómica). Proseguí con mi discurso contra quienes engañan a los ingénuos con elementes técnicos de “elevadísimo coste, y aun mayor inutilidad”, en lugar de mejorar la calidad de las funciones básicas que son las que se van a utilizar. “Además”, añadí poniendo mucho énfasis en mis palabras, “hay unos vídeos que te los venden diciendo que puedes programarlos con más de un año de plazo. Valiente estupidez, cuando ni siquiera sabes qué coño van a poner mañana”.
Ni que decir tiene que, rato después, cuando los técnicos desembalaban las grandes cajas y procedían a dar las explicaciones técnicas de las maravillas de los aparatos recien adquiridos, cuando iban a mencionar la posibilidad de sintonizar más de cien canales diferentes o programar una grabación con “cinco años de adelanto”, un servidor decidió ir a la cocina en busca de más hielo. Ridículos, los justos.
Muchos años después mi tamagochi, (apodo con el que siempre apelo al teléfono móvil), tiene una cámara que no he usado jamás; permite navegar por Internet, aunque no me pregunten cómo; es capaz de comunicarse con otros dispositivos por medio de rayos infrarrojos y capaz de albergar, dicen, decenas de tonos, solitonos o politonos que podría comprar con sólo marcar con el pulgar una determinada secuencia de números. Les juro que me conformaría con un tamagochi que sólo me sirviera para hablar y escuchar, sin más funciones extras. Pero no consigo encontrarlo.
Leo en la web de Telecinco que en los Estados Juntitos de la América Septentrional, que alguna compañía de telecomunicaciones tiene previsto sacar un “teléfono kosher” para los más devotos judíos:
“Los móviles "kosher" son, básicamente, teléfonos en su estado más puro: sólo permiten hacer y recibir llamadas, y están desprovistos de funciones que, a los ojos de los rabinos, pueden "distraer" al devoto.”
¿Podré pasar por judío sin necesidad de cortarme pellejo alguno?
Nepión

2.4.06

Horóscopo para esta semana

Aries
Es cierto que casi todo el mundo miente en su curriculum, especialmente cuando empieza. En su caso, si quiere encontrar trabajo, por lo menos debería indicar correctamente su nombre y el teléfono.

Tauro
Con la llegada de la primavera, el amor está en el aire que respira. El aire también está lleno de pólenes y polvos que le reavivarán la alergia, aumentarán la congestión y llenarán los ojos de lágrimas. No se olvide los pañuelos.

Géminis
Ha llegado el momento de salir de su reducido círculo y plantearse nuevos retos. Seguramente tiene usted un montón de cualidades ocultas que pueden asomar si les da oportunidad de hacerlo. Puede probar con la pintura, el salón está pidiendo a gritos un cambio.

Cáncer
Hace tiempo que viene sintiendo esa desagradable y molesta sensación parecida a un continuo pinchazo en la espalda. Hágaselo mirar no vaya a ser que le hayan apuñalado. Hoy en día no se puede uno fiar de nadie.

Leo
No importa lo apretada que sea la situación económica, en los próximos días es necesario hacer un esfuerzo para realizar una pequeña inversión. Puede tener enormes rendimientos. Al Barça, póngale un 2.

Virgo
Hay mucha gente dispuesta a darle indicaciones sobre la mejor manera de encauzar su vida. No se deje engañar. Aunque transcurran los once años que le faltan para alcanzar la mayoría de edad, ni siquiera entonces podrá hacer su santa voluntad.

Libra
Se le presentará una oportunidad magnífica para hacer un buen montón de dinero. Desconfíe y rechace la propuesta aunque pueda parecer muy fácil. La falsificación de moneda está castigada con un montón de años de cárcel.

Escorpio
Es el momento de abordar esa tarea desagradable que usted ha estado demorando durante mucho tiempo. Remánguese y póngase a la tarea. Ya no hay excusas posibles para esperar a la semana que viene para quitar el árbol de Navidad.

Sagitario
La llegada de una nueva estación siempre viene acompañada de múltiples cambios. Es el momento de cambiar de vestuario, de ambiente y, llegado el caso, de esquina. Ya va siendo hora de elegir una buena sombra para pedir limosna durante el verano.

Capricornio
La semana presenta una tendencia a poner la atención en cosas poco importantes dejando de lado aquellas que necesitarían de todo su cuidado. Mal momento por tanto para empezar un viaje por carretera. Coja el autobús, lo más que le puede pasar es que se le pase la parada

Acuario
Un miembro de familia lucha para encontrar su destino y busca en usted un signo de aprobación. Debería bastar con un simple gesto cariñoso sobre la espalda, pero los problemas financieros que indican la posición de Urano, recomiendan que no pierda de vista la cartera.

Piscis
Los compañeros de trabajo tratarán de menospreciarle esta semana. No debería permitirlo. Bastante es con que su familia y sus vecinos le consideren un don nadie.
Anaïs del Foss