18.9.07

De las disculpas debidas

Que lo sé. Que no necesito de ajenas recriminaciones que para afear mi conducta me basto y me sobro. Ya recuerdo que hace semanas prometí volver a la cosa escribatoria cotidiana, y que transcurren las jornadas sin que una mísera línea se plasme en estos escritos. Podría apelar, como hice otrora a la molicie canicular como justificación de la ausencia, mas, a fuer de ser sincero, no puedo. No debo.

En este 2007, han querido los hados regalarme con una nueva experiencia laboral en la que me hallo inmerso el más de mi tiempo: La construcción de un nuevo proyecto periodístico en forma de diario. Por esas cosas legales que acontecen y que uno, con amplia capacidad contractual y en pleno uso de sus facultades legales, acepta, firma y rubrica, hállome incapacitado para contar cualesquiera cosa de las interioridades de este proceso gestatorio salvo quizá, el nombre del proyecto que verá la luz en próximas fechas: Público. Sin determinantes ni calificativos. Cuando quiera que las diarias tareas dejen algo de tiempo para mi propia mismidad, puede que sea posible tanto que retome estas páginas, como que cuente alguna cosa de las muchas que nos acontecen en el diario Público.

Entre tanto, reitero mis disculpas

Nepión