12.4.06

Reflexiones poco importantes XVII

Listo que es el juez del Olmo. Aprovechar la Semana Santa para notificar el procesamiento de los acusados por el 11-M. ¿Interrumpirán las vacaciones los Acebes y Zaplanas o dejarán que lidien el morlaco espadas de segunda fila? ¿Preferirá Pedro José un chapuzón en su piscina balear antes que volver a tirarse a la de mochilas, relojes y presuntos confidentes? ¿Y Mariano? Su procesión debe ir por dentro.

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Leo en un tratado sobre sexo (obligaciones laborales) que entre las fantasías de algunas mujeres se encuentra, con cierta frecuencia, la de acostarse con su jefe. No consta, sin embargo, que sientan atracción especial por el masoquismo.

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Con lo preocupados que estábamos hace apenas un mes, ya nos importa un comino que el periquito estornude. Hasta la epidemia que viene. Me sé de alguno que se va a meter el tamiflú por donde amargan los pepinos.

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Cuando no son especies nuevas que se descubren, aparecen otras que se creían extinguidas. Cualquier día de estos alguien va a descubrir un dinosaurio por la calle. Hace tiempo que no sé nada de Marujita Diaz.

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En Málaga, es costumbre liberar un preso el Miércoles Santo en la procesión de Jesús el Rico. Mala cosa, con los ilustres visitantes que la penitenciaria malagueña ha recibido en los ultimos días, si llega a ser Jesús el Pobre el liberador, seguro que este año le cambiaban el apodo a golpe de talonario.

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Algunos tratados de sexo (quizá un tanto obsoletos) clasifican los orgasmos femeninos según dónde se localice el punto de excitación. Así, hablan de orgasmos vaginales, clitoridianos, anales… Sin embargo, no he encontrado tratado alguno que, en el caso masculino, mencione los orgasmos de cojones. Y haberlos, hailos.

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Dime, oh omnisciente alondra
que surcas incolume las etéreas salas,
dime sapientísima beldad de las mil miradas
¿Dónde olvide el almuerzo?
(G. Aruyama. Libro LI)
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Nepión

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