17.5.06

De la prensa taurina

Confieso que no se me puede poner como ejemplo de aficionado taurino. En mis tropentaitantos años de vida, habré pisado la Monumental apenas una docena de veces. Y otra escasa el resto de los cosos que en el mundo son. Tampoco es que me pirre cuando cualquiera de las televisiones ofrece una corrida. De toros.

Leo con cierta desazón en la bitácora de Arsenio Escolar, que el diario gratuito que, según el denostado EGM, acapara más lectores, tras haber recibido unos 500 mensajes, toma la decisión de dar “muy poca información taurina, y sólo cuando sea muy relevante”.

Vamos, que casi dos millones y medio de lectores se quedan sin información taurina sólo porque así se han pronunciado unos cuatrocientos (descartaremos las de aquellos que votaron a favor de la información taurina). ¡Jodida democracia mal entendida!

Menciona don Arsenio, quien tiene mi admiración y respeto en muchos otros asuntos, que publicar información taurina supone promocionar lo que muchos lectores considera “un espectáculo salvaje”. Como si las salvajadas que a lo largo del día se cometen por el mundo fueran responsabilidad de quienes tienen el oficio y, por ende, la obligación, de contarlas.
Dar pábulo a ese sofisma sería defender que, por ejemplo, Jon Sistiaga deba comparecer ante el Tribunal de La Haya acusado de crímenes contra la humanidad sólo por haber sido corresponsal en varias guerras, (que no me negarán los lectores que una guerra es una salvajada mayúscula); o que cada fin de semana, al hacer balance de las víctimas de la carretera, el director del medio que esto cuente deba ser procesado por conducción temeraria.
Otra cosa es que, dentro de los géneros periodísticos, la información taurina requiera de una especialización tal que no se le pueda encargar a un becario, cosa que por otra parte suele ser norma en muchos medios cuando se refiere a otras secciones. La tradición exige un conocimiento tan exhaustivo, no solo de la esencia de la fiesta, sino también del argot taurino, que apenas un pequeño manojo de profesionales de esto de escribir, son capaces de hacerlo en condiciones.
Confieso mi debilidad por las crónicas taurinas. Las que escribieron Joaquín Vidal o el maestro Zabala. Las que cuentan Moncholi, cuando le corre la tauromaquia por la pantalla, o Molés. Las de Juan Posada o Barquerito. Especialmente las de Barquerito, porque no hay nada mejor que escribir con corrección de lo que se ama con pasión.
Don Arsenio se lo pierde. Pero hay grandes periodistas en lo taurino. Y algunos tienen mucho que enseñar.
Nepión

4 comentarios:

javitrino dijo...

me temo que este post es un ejercicio de primero de manipulación. en efecto, es innegable que la "fiesta" de los toros es una salvajada anacrónica donde (no por casualidad) se refugia lo más negro y fascistoso de nuestra ya de por si vergonzosa sociedad. la diferencia entre un reportaje de guerra o cualquier otro dato de crónica negra en general y una crónica taurina es que los sucesos se entienden como tal y se tratan de una forma más o menos objetiva, pero siempre desde el punto de partida de estar relatando un hecho funesto. en las crónicas taurinas, se ensalza la supuesta belleza del "espectáculo" donde gentecilla más o menos ignorante y más o más embrutecida da muerte lentamente a un animal de grandes dimensiones con medios más o menos primitivos (cuchillos, trapos, palos y la ventaja que proporciona por lo general el estado de confusión en que salen los indefensos astados) mientras es jaleado por los distintos estratos de la derecha y ultraderecha española, también más o menos de provincias...

de tratarse el asunto con cierto rigor, habría que elaborar un reportaje como aquellos que se hacen sobre exóticos países lejanos donde se practican costumbres más o menos primitivas que rozan el absurdo y se zambullen en el mal gusto, como las mutilaciones, sacrificios rituales, exterminios sistemáticos o dictaduras rocambolescas... en un esfuerzo de condescendencia podríamos intentar excusar este absurdo con alguna etiqueta de "tradición", aunque si nos documentamos descubriremos que esta costumbre se remonta al siglo XVIII cuando a unos soldados borrachos se les ocurrió entrar en un corral de reses bravas a matar alguna para chulearse ante las mozas y quizá conseguir algo de sexo esa noche... bellísima la tradición! artística! si, una barbaridad!

desde luego, también hay que dar valor a los hercúleos esfuerzos que hacen estos periodistas taurinos por adornar este circo del horror y el sufrimiento con mil y una florituras y eufemismos, sin contar por supuesto con la abultada jerga especializada que nos retrotrae a tiempos pasados donde la literatura española pudo florecer e incluso mustiar... muy elegante, si...

pero es que acaso el periodismo ha de mirarse al ombligo con la autocomplacencia del mismísimo narciso y obviar la materia que trata para quedarse sólo embebido con sus ejercicios estilísticos? claro, el sufrimiento animal (esa leyenda que creamos los reyes del mambo, los humanitos por encima del bien y del mal) no cuenta, porque nosotros no somos animales, somos gente de la derecha tradicional, hijos directos de dios... dios os ama (bin laden)... qué triste!

en fin, espero que esto os aporte un cierto criterio sobre los motivos que se han intentado ocultar bajo una cortina de humo de preescolar. motivos más que suficientes para ignorar un hecho tan profundamente patético y superficial como la indignantemente asquerosa "fiesta" de los toros. quizá algún día miremos atrás y nos parezca natural haber acabado con semejante esperpento...

saludos
jav

Nepión dijo...

A Javitrino.
Sabía yo que este artículo iba a traer algún comentario grotesco. Califica Javitrino, con amplia osadía, la fiesta de los toros de espectáculo fascistoide “jaleado por los estratos de la derecha y ultraderecha españolas”. Habría de saber que, los fascismos nacen en el XX, siglos después de que lo hicieran los espectáculos taurinos. Y ese jaleo al que atribuye condicionantes políticos sólo puede hacerlo alguien que se ampara en la petulancia de no querer saber. Podrían ponerse cientos de miles de ejemplos de personajes en nada cercanos a la derecha (política, económica o sociológica) que han gustado de las corridas de toros, pero baste con el de un tal Jon Idígoras, que fuera miembro de Herri Batasuna, y que en sus años mozos debutara como novillero bajo el nombre de “Chiquito de Amorebieta”.
Al atribuirle a las corridas de toros el, pretendidamente, despectivo “de provincias” deja patente, querido lector, su desconocimiento del tema. Cierto es que en gran parte de las provincias de la Hispania nuestra existen cosos taurinos, pero no menos cierto es que estos edificios hailos también en algunas localidades del sur de Francia, en muchas de la vecina Lusitania y en casi centenares de pueblos, villas y ciudades del continente americano (Sur, Centro y Norte incluidos). Creo recordar que incuso en las lejanas tierras orientales, en alguna ocasión se han instalado cosos móviles para dar algún espectáculo taurino por las tierras del sol naciente.
Datar el nacimiento de las corridas de toros en el siglo XVIII es mostrar la ignorancia sin pudor alguno. Si hasta el siglo XVIII no se inventaron las corridas de toros, ya me contará para qué diantres se utilizaba el Coso de Logroño, la primera plaza estable construida en la ciudad riojana a mediados del s. XVII; o cómo es posible que en la ecuatoreña ciudad de Quito tuviera lugar la primera corrida de toros en 1594, que la primera corrida celebrada en Madrid, en la entonces aun inconclusa Plaza Mayor, tuviera lugar en 1619, bajo el reinado de Felipe III. En fin, que buena parte de las fuentes que se pueden consultar a vuelapluma datan el primer festejo taurino en el año 1148 con motivo de la coronación del rey Alfonso VII.
Para qué seguir, estimado Javitrino, si ya Machado definió con perfección esa actitud tan castellana: “…ayer dominadora, envuelta en sus harapos desprecia cuanto ignora”.

javitrino dijo...

semejante rosario de anécdotas... unos cuantos calificativos hacia mi de "ignorante", quién no lo es? e intencionado ignorante, ah, si? disfruté con el "trivial". así se escamotea el sufrimiento y la falta de respeto a los "no-homo-sapiens" mientras aquí el "leído" me ataca... qué ignorante soy! pues si, igual que usted... hala, a matar, que se ve que les gusta! luego no se quejen...

Anónimo dijo...

A Javitrino: ni manipulación ni gaitas. Lo que se discute, señor panfletario anti-taurinoen su justo no es que la fiesta sea una obra de arte o deba seguir existiendo. Se discute, y relea usted el "post", es que cuatrocientas cartas pueden más que la afición de dos millones de lectores. ¿Cuántas cartas habría que enviar a las televisiones para que quiten a las Yolas y todo ese ganado bellotero que pulula horas y horas por los estudios (valga la ironía)? ¿Quiere usted manipulación? Tenga: la exposición a las ondas hertzianas de la televisión cuando emite Crónicas Marcianas o Tomate o Salsa Rosa o Tómbola o no sé cuáles más, produce cáncer cerebral. Otra: si se siente usted atacado cuando es acusado de que no conoce un dato, ¿cómo se siente el autor cuando le denomina "fascista de provincias" (por analogía)? ¿Esto no es atacar? Y es que la crítica duele recibirla pero no hacerla.