5.5.06

Reflexiones poco importantes XX

Leo en (apropiándome la frase de Alba Bea) el genoma periodístico que la policía, por indicación (¿orden?, ¿mandato? ¿encargo? ¿prescripción? ¿imposición?) de la $GA€ ha actuado contra un comercio que expedía discos de vinilo y que “pirateaba este tipo de música tradicional”. Así, sin “presunto” ni nada. Quienes nos dedicamos a juntar palabras para contar los acaeceres del mundo, sabemos de sobra que, por aquello de la constitucional presunción de inocencia, hasta que no existe una sentencia, los delitos han de ser calificados como “presuntos”, “presumibles”, “supuestos”, “hipotéticos”, o cualquier otro sinónimo que se quiera emplear, a riesgo de perpetrar un posible delito de difamación si no se incluye el “presunto” de marras. Hasta un manguta pillado con las manos en la masa ha de ser etiquetado como “presunto”. El propio diario cita como origen de la noticia una nota difundida por la propia $GA€. Hay que ver lo que son estos mozos de la mafia (DRAE, tercera acepción). Por una parte amenazan con acosar judicialmente a cuantos, en su opinión particular, cometen un delito menor, pero, por otra, no dudan en saltarse las leyes cuando les pete.

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El agua es un bien escaso. Eso es lo que los grupos conservacionistas nos vienen diciendo desde hace montones de años. El alcalde de Londres ha dado con la fórmula idónea para evitar el derroche. En unas declaraciones a un rotativo de las islas, y que se han reflejado en la prensa del resto del orbe, el regidor declara que, repletos de conciencia ecológica, ni él ni su familia han descargado las cisternas del retrete durante los últimos quince meses, por no gastar. Una medida imaginativa. La mejor manera de no gastar agua, es no usándola. Algo tan absurdo como si, por ejemplo, alguna mente preclara dijera que la mejor manera de evitar los accidentes de tráfico consiste en prohibir la circulación de vehículos o que, para eludir las enfermedades venéreas, la única medida aceptable pasa por no prácticar el coíto. Pues no. ¡Hay que joderse!

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En el encuentro digital que semanalmente el vocero matinal copero (locutor en “La Mañana” de la COPE, para que no haya dudas), mantiene con sus fieles lectores de su web particular puede leerse el siguiente diálogo:

Lector: “El otro día veo que Wyoming le saca a usted en forma de muñeco elaborado digitalmente y se pone a frivolizar sobre el EGM y la ETA. ¿Lo ha visto? Hasta así tenía usted más peso y credibilidad que toda 'La Secta' unida. Saludos”.
FJL: “Gracias. Realmente la jauría progre me presta una atención que no merezco. Pero, vamos, si así sigue haciéndose millonario, adelante.”


Me consta fehacientemente que el díalogo del muñeco que menciona, es pura invención. Ahora entiendo el éxito de este pájaro. Parte de sus oyentes no saben distinguir realidad de ficción. Por eso se creen los cuentos de Federico.

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Cuando mis abuelos iban a convertirse en padres, raro era el vecino que no les animaba con aquello de que los niños nacen con un pan bajo el brazo. Sin embargo, desde que los partos tienen lugar en los hospitales, más que un pan lo que traen las criaturas es un buen montón de facturas y compromisos de pago. Para hacer frente a estos primeros gastos, a un gringo (más bien gringa, sospecho) se le ocurrió buscar en el patrocinio de su preñez la ayuda necesaria para afrontar todos los cargos de la visa que la llegada de un vástago acarrea. Dicho y hecho, durante varios meses, hasta un máximo de nueve, la gringa en cuestión era portadora de mensajes publicitarios impresos sobre su creciente barriga a cambio de unos dineros. Reconozco que el soporte publicitario puede ser el lugar ideal para algunos mensajes comerciales. Imagine la escena: Exterior, día. Playa, sobre la arena, tumbados, una joven pareja en bañador disfruta de un baño de sol. Las prominencias de la fémina indican el avanzado estado de gestación en que se encuentra. A medida que la cámara se acerca puede leerse el tatuaje que ella muestra en el abultamiento ventral: “Nosotros no usamos Durex”. Impagable.

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Hace unos días, un programa de televisión presentaba un reportaje sobre un documental estrenado recientemente, “Las Estrellas de La Línea” que narra la creación de un equipo homónimo de fútbol femenino compuesto unicamente por prostitutas del barrio guatemalteco de La Línea, una de las paupérrimas zonas de la ciudad. Sin haber visto del documental más que el resumen publicitario (eso que los modernos denominan trailer, como si fuere un vulgar camión), uno se pregunta: cuando la hinchada de las Estrellas dirige al árbitro los habituales epítetos sobre su señora madre, ¿debe tomarlos éste como insultos o como elogios?

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Nepión

1 comentario:

Pakito Grillo dijo...

Para la segunda entrada: El señor alcalde es discípulo de Blair, que, a su vez, lo es de Mr. O'Bush, inventor de la infalible e inefable solución a los incendios forestales: lo mejor es talar los bosques.
Por otra parte,¿Defeca el sr. alcalde en su despacho, o va al trabajo desayunado meado y cagado como mandan los cánones? En el primer caso, tirará de la cadena, porque, si no, tendrá serios problemas con sus funcionarios y, además, dejarán de acudir invitados oficiales; en el segundo, dejará de recibir invitados privados y sus hijas, si las tiene, se embarazarán en cuanto tengan la regla para irse de casa.
Lumbreras