Hace unas cuantas semanas un grupo de jóvenes (si es que a una masa compuesta por más de cinco mil individuos, a decir de las estimaciones oficiales, se le puede llamar sencillamente “un grupo”) se reunían en Sevilla para formar un macrobotellón de considerables dimensionesl, que muy pronto surgió el rumor de que la capital hispalense iba a entrar en el Guinness de los récords, el libro ese donde se recogen cada año las mayores insensateces que son capaces de cometer algunos seres humanos con tal de ver su nombre en letra impresa. Con lo fácil que es, por ejemplo, mandar cartas a los periódicos, actividad con la que se consigue el mismo resultado sin necesidad de llenarse el cuerpo de agujeros (por intentar ser la persona con más clavos en el torso) o convertirse en alopécico (al tratar de arrastrar un camión de cinco ejes, a plena carga, con una cinta atada a la coleta), pero debe ser que tiene que haber gente p’a to’.
Por eso del “pique” interurbano, o por cualesquiera otras causas, lo cierto es que tras la experiencia sevillana, hay ya un monton de ciudades dispuestas a arrebatar a los béticos el (dudoso) honor de aparecer en el dichoso libro por motivo del botellón más grande, por lo que durante los últimos días, proliferan las convocatorias botelloneras en sitios tan dispares como Barcelona, Granada, Madrid, Oviedo, Murcia, Zaragoza, Santander, Burgos, Badajoz, Albacete, Talavera de la Reina… y no sé cuántas otras localidades más.
Llama la atención de este escribano, el especial hincapié que han hecho y hacen diversos medios informativos sobre la forma en la que se realizan estas convocatorias. Coinciden casi todos ellos en señalar que el llamamiento se hace por doble vía: correo electrónico y esemeese (ménsajes de móvil).
Por las fechas en las que nos andamos, si usted paciente lector, lo es también de periódicos, habrá leído estos días diferentes recuerdos de aquellas manifestaciones del 13 de marzo de hace dos años. Casualmente aquellas también fueron convocadas por los mismos sistemas. Será que los años me hacen ser un punto quisquilloso, pero me parece ver una aviesa intención en el mensaje subliminal que se transmite al insistir en la similitud de formas entre las convocatorias. Parece como si quienes tanto insisten en resaltar la importancia de los mensajes de móvil en la convocatoria de los botellones quisieran encontrar similitudes entre los manifestantes de aquel 13 de marzo y los del próximo 17.
Que no digo yo que el sistema no sea el mismo, que lo es; pero que también es el mismo sistema que utilizan estos mozos (y mozas) para quedar el sábado para ir a ver una peli, o encontrarse en la biblioteca la víspera del examen. Porque los SMS no se utilizan sólo para convocar a la zambra y la algazara. También se usan para mandar mensajes de amor, confirmar citas de negocios o, incluso, para anunciar la muerte de un Sumo Pontífice.
Sea como sea, sospecho que la del próximo viernes va a ser una noche más que movidita, porque algo me dice (acaso sea que con la edad comienzo a oir extrañas voces del más allá) que a los jerifaltes de los municipios implicados, no les hace gracia la convocatoria, y si unos han convocado al botellón, éstos van ha hacer un llamamiento al porrón. Y no me refiero precisamente a la redoma de vidrio, generalmente cargada de vino, tan popular en algunas zonas, sino al instrumento alargado utilizado por algunos cuerpos de vigilancia policial.
Sospecho también la declaración de una nueva guerra de cifras, sobre todo teniendo en cuenta las recientes experiencias a las que hemos asistido en materia de contabilidad manifestantil. En concreto en Madrid, si quien tiene que calcular los asistentes es la Delegación del Gobierno, sólo serán 15 ó 20 los que se reunan a compartir el calimocho. Aunque si quien tiene que echar las cuentas es uno de los subordinados de Espe, puede que se reunan más de un millón y cuarto de levantiscos.
Por mi parte, le he sugerido a uno de los habituales manifestometreros que actúen como árbitros para ver cuál de las localidades convocadas, consigue sumar más concurrentes.
Nepión
2 comentarios:
Yo iré el viernes a Moncloa, y el 80% de los universitarios que conozco (el otro 20% tiene alguna fiesta en otro sitio) también. No lo haré por entrar el el Guiness (valiente mamarrachada), ni para que Madrid sea la ciudad que más gente reúne (que me la sopla), ni siquiera tengo claro si haré uso del botellón propiamente dicho (uséase beber hasta que no pueda más)... Sin embargo siempre he anti ley antibotellón, valga la redundancia, por lo que siendo consecuente allí estaré.
Además un acto en que se reunen miles de jóvenes no puede ser malo, que creen los jerifantes que si los jóvenes no estuvieran de botellón en Moncloa, estarían en casa leyendo a Kierkegard?
Eso si, me gustaría que se multase a aquellos que dejasen los restos de botellas tirados por ahí que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa
Creo que esto de los botellones lo debe patrocinar Coca Cola, porque a la vista de las ordas de gente con bolsas... los únicos que verdaderamente se ponen las botas son los de la multincional.
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