Vaya con la que han liado los princeses con mandar el adeene de la heredera interina a recorrer mundo. Que doña Leonor, por el momento, y manque a algunos les pese, mantiene el segundo puesto en la línea sucesoria en situación de interinidad (“que sirve por algún tiempo supliendo la falta de otra persona o cosa” según reza el DRAE). Cuanto menos hasta que no se modifique la legislación. Que si, bien por un quítame allá estas pajas, o bien, un suponer, porque ganare la liga el atleti y los ardores de pasión victoriosa se impusieren sobre la prudencia; y, como resultas de esas pasiones, la que fuere en su día señora de Guerrero alumbrara un varon antes de que concluyese la legislatura actual, de forma automática, el segundo puesto en la hereditud monárquica pasaria al neonato, con pérdida inmediata de rango, derechos y títulos por parte de Leonor.
Que, en su rol progenitor, una pareja cualesquiera ande preocupada por darle a su vástago un futuro saludable, no solamente es comprensible sino también loable, por lo que nada habría que objetar a la decisión que tomaron tiempo ha (y que se ha conocido no más hace unos días) los princeses mas, en este caso, surgen varios peros:
Hay un pero principal: dado que no estamos hablando de “una pareja cualesquiera”, sino de quienes, en ocasiones, ostentan la representación de todos los ciudadanos con derecho a portar en su bolsillo un pasaporte del Reino de España. Por mor de esa representación, no es precisamente ejemplar que acudan a una práctica inaccesible para buena parte de los españolitos de a pie, unos por motivos puramente económicos (que no suelen los primerizos estar en condiciones de aflojar 1.700 euritos en un solo pago); otros, porque la normativa vigente promueve la donación altruista de los cordones umbilicales en desuso. Y no se debe confundir “donación” con el “me lo guarde por si acaso” utilizado por los princeses. Que mientras la primera actitud sería equiparable a esa cantidad que nos quitamos cada mes de nuestros ingresos para aportarla al buenhacer de las Oenegés (por cierto, que dicen que la sequía de Kenia va a necesitar de nuestros dineros, así que vayan preparando la cartera), la segunda postura denota una insolidaridad hacia los conciudadanos que roza lo vergonzante.
Leo en varios sitios que en España se conservan más de 20.000 donaciones de células provenientes de los cordones umbilicales de los neonatos, cifra ésta que nos coloca, tras los EE.UU., en el segundo lugar mundial referente a donaciones de este tipo. O lo que es lo mismo, en la cabeza de la clasificación en cuanto al número de donaciones por habitante. Y eso que, a decir de los estadísticos, vivimos en uno de los Estados europeos con menor índice de natalidad, (el menor si sacamos del ránking, por obvios motivos, al Estado Vaticano). Un dato, como lo son todos los relativos a las acciones solidarias de los compatriotas, para sentirse orgulloso de los conciudadanos. Muy orgulloso. De todos los ciudadanos, excepto de quien, en ocasiones, les representa.
¡Dios, que buen vasallo, si oviere buen señor!
Nepión
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