Los periodistas somos raros, unos más que otros, pero somos raros; y, probablemente, los más raros sean los de deportes y los de economía (graficos aparte, pero de los foteros hablaremos otro día). Los (y las, seamos políticamente correctos, que ahora se lleva mucho) de Economía, suelen ser siempre los primeros que terminan la tarea y, por lo tanto, los que más contentos tienen al redactor-jefe, porque son los primeros que entregan sus paginitas terminadas. Claro, como las bolsas, los bancos y todas las fuentes de donde beben, no abren por las tardes, en un pispás tienen sus textos hechos. Casi nunca tienen que esperar a que les lleguen las fotos para cerrar porque los banqueros y los bancarios, por las tardes no van más que a la ópera, y eso, será cosa de los de cultura, que como no conocen a los banqueros... pero eso es otra historia.
Los de economía son los primeros que se marchan y no suelen quedarse a echar un trago con el resto de los mortales que pululamos por las redacciones. Cuando, camino de la máquina de café, uno pasa cerca de la sección de economía, suele cazar a viento retazos de alguna conversación entre los expertos, de la que no entiende ni jota. Parece que hablan en otro idioma... Y es que hablan en otro idioma. Un ejemplo: “el incremento negativo del Nasdac en las últimas sesiones, ha retrotraido la tendencia inversora provocando la precipitación de los índices y el consabido aumento de un cuartillo en los tipos europeos que colocará la inflación en una tendencia alcista durante las próximas semanas”. Todo esto para decirme, con otras palabras, que cuando me llegue el próximo recibo de la hipoteca, va a ser más caro que el del mes pasado. Eso sí, siempre explican las causas de por qué han pasado las cosas, pero siempre después de que pasen. Está por ver que desde alguna de sus columnas, un afamado analista bursátil acierte algún día con los valores que van a subir. No entiendo cómo es posible que, después de tantos años, recomendando las mejores inversiones a los pequeños ahorradores, jamás haya conseguido ganar en bolsa el capital suficiente para dejar de trabajar definitivamente. Será, probablemente, por la misma razón que cuando cada semana relleno la quiniela siguiendo los consejos del analista del periódico, jamás consigo subir de los nueve aciertos.
Los de economía son los primeros que se marchan y no suelen quedarse a echar un trago con el resto de los mortales que pululamos por las redacciones. Cuando, camino de la máquina de café, uno pasa cerca de la sección de economía, suele cazar a viento retazos de alguna conversación entre los expertos, de la que no entiende ni jota. Parece que hablan en otro idioma... Y es que hablan en otro idioma. Un ejemplo: “el incremento negativo del Nasdac en las últimas sesiones, ha retrotraido la tendencia inversora provocando la precipitación de los índices y el consabido aumento de un cuartillo en los tipos europeos que colocará la inflación en una tendencia alcista durante las próximas semanas”. Todo esto para decirme, con otras palabras, que cuando me llegue el próximo recibo de la hipoteca, va a ser más caro que el del mes pasado. Eso sí, siempre explican las causas de por qué han pasado las cosas, pero siempre después de que pasen. Está por ver que desde alguna de sus columnas, un afamado analista bursátil acierte algún día con los valores que van a subir. No entiendo cómo es posible que, después de tantos años, recomendando las mejores inversiones a los pequeños ahorradores, jamás haya conseguido ganar en bolsa el capital suficiente para dejar de trabajar definitivamente. Será, probablemente, por la misma razón que cuando cada semana relleno la quiniela siguiendo los consejos del analista del periódico, jamás consigo subir de los nueve aciertos.
Por eso, aunque sean raros, a los de economía y al de las quinielas, les toca seguir trabajando como a todos. Incluso como a mi
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