12.1.06

Diarios del paro (y) IX

Siempre que suena el teléfono del a-salariado, su corazón pega un vuelco. Si bien es cierto que, con el paso del tiempo, los vuelcos van transformándose en brincos, y éstos, a su vez, en saltitos a medida que las hojas del calendario van pasando. Sabe el a-salariado que una llamada no significa nada. A lo sumo, la apertura de un proceso que pasará, indefectiblemente, por una entrevista, diversas pruebas de aptitud, otra entrevista, test psicológicos, una entrevista más, presentación de documentación, más entrevistas… antes de que vuelva a sonar el teléfono para comunicar la contratación (o no) del a-salariado.

Ante este panorama, lógico, las librerías se llenan de libros del estilo de “Tu entrevista de futuro”, “La primera impresión es la que cuenta”, “Aprende a realizar una entrevista de trabajo” y demás libros de autoayuda (de los que ya escribí en cierta ocasión), amén de un sinfín de páginas web, artículos de revistas, encaminados todos a asesorar al a-salariado a superar con éxito las entrevistas de trabajo. ¿Por qué no hay escrito alguno que aconseje al contratador sobre las diversas formas de orientar esa entrevista? No es pregunta baladí, que en los últimos meses, este a-salariado que esto escribe se ha encontrado con entrevistadores más perdidos que un okupa en Torreciudad.

Ayer, sin ir más lejos, acudí presuroso a la entrevista a la que había sido citado la tarde anterior. Bien es cierto que quien me citó lo llamó cástin, pero, claro, siendo de una agencia de publicidad, no pueden llamar a las cosas por su nombre, es poco cool. También es cierto que es muy poco cool que la oficina donde ha de tener lugar la entrevista esté un tanto alejada de los centros neurálgicos de la órbita financiera, pero se entiende que un local, aunque sea un mísero despachito subarrendado, en alguno de los centros neurálgicos de la órbita financiera, sale por un eye of the face (que cuando quiero, yo también sé ponerme in). Tampoco es muy cool que la entrada de la oficina donde ha de tener lugar la entrevista, esté señalada con un folio mal impreso (pegado con celo junto a una puerta sin pintar) en el que puede leerse el nombre de la empresa(?), con subtítulo, este sí, muy cool: Publicity & Training (literalmente “publicidad y entrenamiento”). De forma que el a-salariado no sabe si está citado para algo que tenga que ver con la mercadotecnia o con el método pilates. Lo mismo dá, aún hay que superar las pruebas.

Si la cara del a-salariado reflejaba un cierto asombro ante la puerta sin pintar, una vez traspasado el umbral puede calificarse de auténtico pasmo y estupefacción. Una amplia sala (casi 40 m2), recién pintadita, eso sí, con, no menos de seis mesas largas y una decena de sillas. nada más. Que lo mismo puede ser una sala de fitness que un taller de reparación de cafeteras, que un centro de terapia yogui.

Quien ha procedido a abrir la puerta, y que luego se descubrirá como la persona que realiza las entrevistas, indica al a-salariado que tome asiento y proceda a rellenar un impreso en el que se recogeran sus datos personales y un resumen curricular. Que ya son ganas de gastar papel, puesto que algo me dice que los requeridos datos obran ya en su poder. Si no, que alguien me explique como fueron capaces de llamarme la víspera.

Al llegar el turno del a-salariado, entra en otro despacho(?), equipado con una mesa (muy parecida a los pupitres que tenía en mi infancia en el colegio) y una silla modelo años 80. tampoco es que la decoración del despacho de quien se presenta como director de la agencia sea muy cool que digamos. Es más, es un alarde de generosidad denominarlo decoración.
Más que una entrevista el sedicente director(?) pretende que el a-salariado le cuente cómo debe formarse un equipo de diseñadores para realizar los catálogos de una gran empresa de ventas. Que más que una entrevista de trabajo parece que esté uno citado para dar una lección magistral. A la segunda evasiva (el a-salariado piensa que las clases teóricas deben pagarse por adelantado), en lugar de dirigir la entrevista hacia la pretérita experiencia del candidato, la conversación se encamina a la justificación de por qué la oficina(?), tiene este aspecto de provisionalidad.

El a-asalariado, que en su fuero interno ya ha decidido que sólo trabajará en esa empresa(?) a cambio de un más que importante estipendio, indaga sobre el historial de la empresa, sus clientes, sus activos, volumen de personal y proclama viva voce una cantidad desorbitada como mínimo sueldo aceptable.

Muy distinto hubiera sido si al a-salariado, antes de entrar a esta entrevista, no le hubieran anunciado su próxima contratación por una empresa solvente y de renombre.

Nepión

Nota Bene: Como bien puede deducir, amable lector, con esta entrega los Diarios del Paro ponen punto (esperemos que) final. Puesto que he sido requerido para incorporarme a nuevas responsabilidades laborales. Ello no quiere decir que Nepionadas haya de morir indefectiblemente. Probablemente, a partir de la próxima semana, sí sufra algunos cambios, pero todo se andará…

5 comentarios:

José Moya dijo...

Me alegro notablemente del fin de los Diarios del Paro, por lo que ello supone para la vida personal de su redactor. Dicho lo cual, admito lamentar los perjuicios que ello causará sobre la regularidad en Nepionadas...

Luis Amézaga dijo...

Te veo dando cursillos a los entrevistadores que no te cogen en las selecciones de personal :)

Anónimo dijo...

Si Nepion encuentra curro... todos podemos hacerlo. ¡Animo compañeros!

Nepión dijo...

A José Moya:
Como ya dijo Franco en su mensaje de fin de año de 1973, "no hay mal que por bien no venga". Si bien pudiera ser que Nepionadas se resienta levemente de mi nueva situación, no es menos cierto que las cosas de Nepión seguirán llegando al público, aunque de otra manera.

A cuantos via mail, teléfono personalmente ma han hecho llegar sus felicitaciones, les agradezco su apoyo y alegría

piradaperdida dijo...

felicidades, Nepión :)
confío en que seguirás regalándonos con tus perlas