Pongamos, por ejemplo, un caso supuestamente hipotético:
Pongamos que comparto un despacho con dos socios (más en concreto un socio y una socia) y que no hay otros trabajadores en nuestra empresa.
Pongamos que como parte de nuestro programa social, decidimos contratar un seguro médico privado (extensivo a nuestros familiares directos), plan de pensiones individualizado y aparcamiento en las proximidades de la oficina para cada uno de los socios trabajadores. ¿Podemos hacerlo? Podemos, incluso aunque nuestro asesor fiscal termine determinando (que todavía lo está estudiando) que cada uno de nosotros ha de declarar esos extras como “retribución no dineraria” en el apartado correspondiente de la próxima declaración de la renta.
Pongamos que un servidor, cafetómano confeso, nada más entrar en el compartido despacho, se dirige a la cafetera a preparar (y repartir), las primeras tazas de mezcla natural y torrefacto. Tazas que cada uno de los asociados irá sorbiendo levemente mientras se enciende el ordenador respectivo y se ojean los primeros mensajes de correo. ¿Podemos hacerlo? Podemos. De no ser que alguno de los asociados padezca de úlcera gástrica, hipertensión o cualquier otra dolencia por la que el galeno de cabecera le haya recomendado (!) retirarse del café, no hay ningún problema.
Pongamos que Severo, mi socio, percatándose de que Emelinda (mi socia) aún no se ha quitado el abrigo, sugiere conectar el calefactor eléctrico, puesto que la calefacción central de la finca donde se haya nuestro despacho aún no ha sido encendida. ¿Podemos hacerlo? Podemos, pese a que la mencionada conexión incremente el consumo eléctrico y con ello nuestros gastos generales, dado que, como empresarios que somos, estamos capacitados para decidir la cuantía de los gastos que podemos soportar.
Pongamos que, luego de examinar los resultados de las pruebas de impresión de un trabajo que debemos presentar a uno de nuestros clientes, “Especula SA”, unánimemente nos decidimos por un papel ni reciclado ni exento de cloro frente a otros de menor grado contaminante. ¿Podemos hacerlo? Podemos, aunque los tres socios somos conscientes de la importancia de la conservación del medio ambiente, también sabemos que el presidente de “Especula SA” prefiere que resalten plenamente los colores corporativos. Y queremos conservarle como cliente.
Pongamos que entre los tres socios acordamos que todos los días, al dar las doce de la mañana, cesaremos momentáneamente nuestra actividad para, en común recogimiento, rezar el ángelus. ¿Podemos hacerlo? Podemos, nada nos impide practicar nuestra fe. Es más, la propia Constitución defiende la libertad de culto.
Pongamos que acordamos que al dar la una, cesamos nuestra actividad para, quitándonos previamente todas las ropas, dar tres vueltas a la silla de cada uno y dos más a la mesa del despacho en ligero trote y pelota picada. ¿Podemos hacerlo? Podemos si así lo hemos acordado libremente entre nosotros.
Pongamos que acordamos que a falta de cinco minutos para que den las tres de la tarde nos levantamos de nuestras respectivas sillas y nos reunimos ante la puerta de salida para gritar a pleno pulmón "Viva la República". ¿Podemos hacerlo? Podemos, pues aunque España es una monarquía, la Constitución que nos ampara reconoce plenamente el derecho a expresar las opiniones con total libertad.
Pongamos que a fin de no perder tiempo marchándonos a comer, Emelinda sugiere (dada la hora que es) que pidamos por teléfono cualquier cosa rápida y engullamos sin salir del despacho. ¿Podemos hacerlo? Podemos puesto que, aunque sobresaturadas de grasas industriales y vegetales de efectos perjudiciales probados sobre los índices de colesterol, y la falta de medidas higiénicas en el transporte (muy pocos de los repartidores de pizza, por ejemplo, están en posesión del obligatorio carnet de manipulador de alimentos), la telecomida está permitida por las autoridades sanitarias.
Pongamos que, una vez terminado el frugal ágape (café incluido), sugiero que las copas (Emelinda y yo, whisky; brandy para Severo), nos las llevemos cada uno a nuestra mesa, a ver si terminamos la puñetera presentación de "Especula SA" antes de las mil de la noche. ¿Podemos hacerlo? Podemos, al fin y al cabo no vamos a conducir maquinaria pesada, ni ninguno de nosotros ha de ponerse al volante en, por lo menos, siete u ocho horas. Tiempo más que suficiente para asimilar la cantidad de alcohol contenida en una copa.
Pongamos que, después de varias horas ante el ordenador, Severo sugiere que hagamos unos ejercicios de estiramiento muscular frente a la ventana y que los complementemos con unas asanas invertidas. ¿Podemos hacerlo? Podemos, es más, deberíamos haberlo hecho mucho antes para prevenir cosas como la trombosis, el ojo seco y qué se yo cuántas enfermedades laborales provocadas por esa manía que nos entra de pasar horas y horas delante de la pantalla.
Pongamos que, dándonos las tantas mientras terminamos de encuadernar la propuesta que mañana (mejor dicho, un par de horas más tarde) hemos de presentar en el despacho del presidente de “Especula SA”, Severo dispone, en perfecta alineación, tres rayas que, en estricto turno, aspiramos con el fin de aguantar las dos horillas que nos faltan hasta la tan importante reunión. ¿Podemos hacerlo? Podemos, la ley prohíbe el tráfico de sustancias estupefacientes, más no así el consumo, siempre y cuando éste no tenga lugar en público ni en presencia de menores.
Pongamos que para matar los diez minutos que nos quedan antes de salir hacia la presentación, Emelinda ofrece su cajetilla de rubio mientras su boca expresa el consabido: “… y por lo bien que lo hemos hecho, un pitillito para el pecho”. Invitación que aceptamos tanto Severo como yo repanchingándonos en el sofá mientras cada uno busca en el bolsillo su mechero. ¿Podemos hacerlo? NOOOOO, estamos actuando contra la Ley. Aunque los tres seamos fumadores, aunque nos paguemos de nuestro bolsillo el seguro médico (algo más caro en nuestro caso, tras haber confesado nuestra condición de fumadores). Aunque en nuestro despacho no vaya a entrar jamás otra persona distinta de los tres socios, ni muchísimo menos menores de edad.
No sé exactamente en qué, pero algo me dice que esta ley antitabaco no está muy bien hecha.
Pongamos que comparto un despacho con dos socios (más en concreto un socio y una socia) y que no hay otros trabajadores en nuestra empresa.
Pongamos que como parte de nuestro programa social, decidimos contratar un seguro médico privado (extensivo a nuestros familiares directos), plan de pensiones individualizado y aparcamiento en las proximidades de la oficina para cada uno de los socios trabajadores. ¿Podemos hacerlo? Podemos, incluso aunque nuestro asesor fiscal termine determinando (que todavía lo está estudiando) que cada uno de nosotros ha de declarar esos extras como “retribución no dineraria” en el apartado correspondiente de la próxima declaración de la renta.
Pongamos que un servidor, cafetómano confeso, nada más entrar en el compartido despacho, se dirige a la cafetera a preparar (y repartir), las primeras tazas de mezcla natural y torrefacto. Tazas que cada uno de los asociados irá sorbiendo levemente mientras se enciende el ordenador respectivo y se ojean los primeros mensajes de correo. ¿Podemos hacerlo? Podemos. De no ser que alguno de los asociados padezca de úlcera gástrica, hipertensión o cualquier otra dolencia por la que el galeno de cabecera le haya recomendado (!) retirarse del café, no hay ningún problema.
Pongamos que Severo, mi socio, percatándose de que Emelinda (mi socia) aún no se ha quitado el abrigo, sugiere conectar el calefactor eléctrico, puesto que la calefacción central de la finca donde se haya nuestro despacho aún no ha sido encendida. ¿Podemos hacerlo? Podemos, pese a que la mencionada conexión incremente el consumo eléctrico y con ello nuestros gastos generales, dado que, como empresarios que somos, estamos capacitados para decidir la cuantía de los gastos que podemos soportar.
Pongamos que, luego de examinar los resultados de las pruebas de impresión de un trabajo que debemos presentar a uno de nuestros clientes, “Especula SA”, unánimemente nos decidimos por un papel ni reciclado ni exento de cloro frente a otros de menor grado contaminante. ¿Podemos hacerlo? Podemos, aunque los tres socios somos conscientes de la importancia de la conservación del medio ambiente, también sabemos que el presidente de “Especula SA” prefiere que resalten plenamente los colores corporativos. Y queremos conservarle como cliente.
Pongamos que entre los tres socios acordamos que todos los días, al dar las doce de la mañana, cesaremos momentáneamente nuestra actividad para, en común recogimiento, rezar el ángelus. ¿Podemos hacerlo? Podemos, nada nos impide practicar nuestra fe. Es más, la propia Constitución defiende la libertad de culto.
Pongamos que acordamos que al dar la una, cesamos nuestra actividad para, quitándonos previamente todas las ropas, dar tres vueltas a la silla de cada uno y dos más a la mesa del despacho en ligero trote y pelota picada. ¿Podemos hacerlo? Podemos si así lo hemos acordado libremente entre nosotros.
Pongamos que acordamos que a falta de cinco minutos para que den las tres de la tarde nos levantamos de nuestras respectivas sillas y nos reunimos ante la puerta de salida para gritar a pleno pulmón "Viva la República". ¿Podemos hacerlo? Podemos, pues aunque España es una monarquía, la Constitución que nos ampara reconoce plenamente el derecho a expresar las opiniones con total libertad.
Pongamos que a fin de no perder tiempo marchándonos a comer, Emelinda sugiere (dada la hora que es) que pidamos por teléfono cualquier cosa rápida y engullamos sin salir del despacho. ¿Podemos hacerlo? Podemos puesto que, aunque sobresaturadas de grasas industriales y vegetales de efectos perjudiciales probados sobre los índices de colesterol, y la falta de medidas higiénicas en el transporte (muy pocos de los repartidores de pizza, por ejemplo, están en posesión del obligatorio carnet de manipulador de alimentos), la telecomida está permitida por las autoridades sanitarias.
Pongamos que, una vez terminado el frugal ágape (café incluido), sugiero que las copas (Emelinda y yo, whisky; brandy para Severo), nos las llevemos cada uno a nuestra mesa, a ver si terminamos la puñetera presentación de "Especula SA" antes de las mil de la noche. ¿Podemos hacerlo? Podemos, al fin y al cabo no vamos a conducir maquinaria pesada, ni ninguno de nosotros ha de ponerse al volante en, por lo menos, siete u ocho horas. Tiempo más que suficiente para asimilar la cantidad de alcohol contenida en una copa.
Pongamos que, después de varias horas ante el ordenador, Severo sugiere que hagamos unos ejercicios de estiramiento muscular frente a la ventana y que los complementemos con unas asanas invertidas. ¿Podemos hacerlo? Podemos, es más, deberíamos haberlo hecho mucho antes para prevenir cosas como la trombosis, el ojo seco y qué se yo cuántas enfermedades laborales provocadas por esa manía que nos entra de pasar horas y horas delante de la pantalla.
Pongamos que, dándonos las tantas mientras terminamos de encuadernar la propuesta que mañana (mejor dicho, un par de horas más tarde) hemos de presentar en el despacho del presidente de “Especula SA”, Severo dispone, en perfecta alineación, tres rayas que, en estricto turno, aspiramos con el fin de aguantar las dos horillas que nos faltan hasta la tan importante reunión. ¿Podemos hacerlo? Podemos, la ley prohíbe el tráfico de sustancias estupefacientes, más no así el consumo, siempre y cuando éste no tenga lugar en público ni en presencia de menores.
Pongamos que para matar los diez minutos que nos quedan antes de salir hacia la presentación, Emelinda ofrece su cajetilla de rubio mientras su boca expresa el consabido: “… y por lo bien que lo hemos hecho, un pitillito para el pecho”. Invitación que aceptamos tanto Severo como yo repanchingándonos en el sofá mientras cada uno busca en el bolsillo su mechero. ¿Podemos hacerlo? NOOOOO, estamos actuando contra la Ley. Aunque los tres seamos fumadores, aunque nos paguemos de nuestro bolsillo el seguro médico (algo más caro en nuestro caso, tras haber confesado nuestra condición de fumadores). Aunque en nuestro despacho no vaya a entrar jamás otra persona distinta de los tres socios, ni muchísimo menos menores de edad.
No sé exactamente en qué, pero algo me dice que esta ley antitabaco no está muy bien hecha.
Nepión
9 comentarios:
¿Sabes por qué? Mira, yo estaba embarazada y trabajaba en una empresa en la que pasaba más de 8 horas al día encerrada con un señor enfrente de apellido "Jimenez de Parga". Encendía los cigarros sin fumarlos. Eso que llaman "fumador de cenicero". Pero uno tras otro... incluso se le olvidaban y tenía varios al mismo tiempo.
Pues a este señor le pedí amablemente que por favor se abstuviera de fumar mientras estuviera yo por allí, o que al menos, no dejara abandonados los cigarrillos encendidos hasta llegar al filtro. A lo que me contestó que mientras no hubiera una ley que se lo prohibiera... lo seguiría haciendo. Bueno pues ya hay ley.
Pues la comentarista embarazada tiene toda la razón, y tiene toda la razón Nepión.
Por cierto, mencionar el apellido del fumador no es del todo elegante...
Lamentablemente, tengo que reconocer que la opinión de la comentarista embarazada es difícil de refutar, pues hasta que no han llegado las sanciones, su derecho a verse separada de humos (que creo que figura entre, por ejemplo, las medidas de seguridad e higiene en el trabajo... -- cierto, que según estos reglamentos BEBER EN EL TRABAJO ES SANCIONABLE), nadie ha podido hacer que estas medidas RAZONABLES se cumplieran. Como siempre, acabamos matando moscas a cañonazos porque con el matamoscas no hemos podido.
Mira, aunque tan solo tenga 12 años, y no cosnuma drogscomo el tabaco... la ley no me usta en absoluta. E aquí la razón.
"Todo el mundo quiere un mundo mejor, en el 2005 se firmó el Protocolo de Kioto, del cual se reduce la contaminación, evitando que la troposfera terrestre se erosione y pueda dar paso a los rayos ultraviolestas, quienes nos perjudicaría gravemente. Tras la aprovación de la mísera ley, desde este 1 de enero, sólo se podrá fumar en la calle. Supongamos que cada cigarro aporta un mínimo de 0.05% de contaminación, que, al consumierse, se eleva al aire. En España, hay una media del 60% de fumadores. 0.05* 60... bastante contaminación.
Mientras que en las empresas, los conductos de entilación se llevan toda la contaminación.
¿Tengo razón o no? Es una pregunta que me llevo planteando desde hace varios día, y que a veces, en hipotéticos casos, me tengo que contradecir a mí mismo de la encruzijada formada en mi cabeza.
Nepión, ¿te importaría decirme si llevo razón o no?. Gracias.
Si queremos evitar la destrucción de los dos polos, que nos amenazan con sacudirnos con copiasa agua helada... (si yo fuera la ministra de sanidad, no hubiara aprovado la ley).
Aunque también, hay rasgos buenos.Gracia a ellos, en lso restaurantes (Mcdonald, ejemplo de ello), podemos ir más a menudo sin riesgo de contmainación de pulmones por aspirar sustancias... como decirlo... ¿toxicas?
Saludos NEPIÓN¡¡
Ah, y me a sorprendido, que un trabajador normal, pueda dejar su trbajo para hacerle culto a su Dios. En serio¡¡.
Saludos
y digo yo, totalmente de acuerdo, si es por unanimidad...
mejor matar moscas a cañonazos que dejarse comer por ellas, ¿no?
tienes razón, esta ley no está muy bien hecha, pero es mejor que nada...
Los no fumadores llevamos jodiéndonos toda la vida, y seguiremos igual, mas o menos, por que prácticamente todos los bares y restaurantes van a ser de fumadores. lo del trabajo... creo que no está bien prohibir, debería existir la posibilidad de espacio para fumadores, pero, si me das a elegir, creo que es mejor que tengan que sufrir un poco de ansiedad o "mono" los fumadores a que tengan que chuparse humo los no fumadores (sin comerlo ni beberlo,ni fumarlo, ni ná)... Es complicado, pero supongo que hacía falta una ley, y que la irán perfeccionando, por que yo creo que, según está, va a ser un fracaso.
A usuaria anónima:
Por su uso de los tiempos pasados ("estaba embarazada", "trabajaba"...) intuyo que, en su caso, esta ley llega demasiado tarde. No coincido con Amanda cuando califica de "poco elegante" el hecho de dar el apellido del PRESUNTO grosero, especialmente cuando quien acusa no da su identidad. No coincido pues me parece que es algo que roza la cobardía y, aún más peligroso, la difamación. De sus palabras deduzco un espiritu vengativo por la aplicación de esta ley (a mi me jorobaron, que se joroben)que demuestra un espíritu muy poco dado a la convivencia, al diálogo, a la busqueda de posturas comunes...
A Ignacio_31:
No sé si tienes razón, no soy científico y misd conocimientos del protocolo de Kioto son entre nulos y muy escasos, pero algo me dice que los porcentajes de contaminación que atribuyes a la contaminación producida por cada cigarrillo es excesivamente elevada. No conviene, creo, mezclar conceptos. Me parece a mi que el Protocolode Kioto no menciona los humos provenientes de la combustión del tabaco, ni los gases producidos por elementos naturales.
Por ejemplo, uno de los gases más perjudiciales para la capa de ozono es el metano, un gas que se emite en cada expulsión corporal de los mamíferos.
Podría deducirse, por tanto, que para limitar la expulsión de metano a la atmósfera podríamos eliminar a cuantos mamíferos producen metano cada vez que que se tiran un pedo.
Por otra parte cualquier trabajador PUEDE ACORDAR con su empresario cesar en sus actividades para rendir culto a su fe. Sustituye en el texto el ángelus por la llamada a oración de un almuecín y seguiría siendo perfectamente posible. Lo que no permite esta ley contra el tabaco que han aprobado es que, con pleno acuerdo de trabajadores y empresarios, se pueda fumar en los centros de trabajo, aunque la totalidad de la plantilla de una empresa esté formada por fumadores.
En cuanto a los restaurantes y bares, dado que la ley les permite elegir, probablemente se regirán por las demandas del mercado, si un bar prohibe fumar y no tiene clientes, probablemente cambie el cartel de la puerta.
A Azena y Magabunda:
Hubiera sido tan dificil incorporar un artículo en esta p**** Ley que dijera, poco más o menos:
"En los centros de trabajo PODRAN establecerse zonas especialmente habilitadas para fumadores siempre que así lo acuerden empresa y trabajadores por medio de sus representantes, y que estas zonas cumplan las siguientes características: (.../…)
En tanto que no se alcance este acuerdo, se entenderá que todo el centro de trabajo es zona de no fumadores".
Soy la ex-embarazada. Si he puesto el nombre del fumador es porque pertenece a una rancia estirpe de juristas. Es decir, que si alguien conoce las leyes... y el espíritu que las inspira: el de reglamentar la convivencia social... creo sin temor a equivocarme que un caso como el que expongo hubiera merecido del "compañero" otro tipo de actitud mucho más respetuosa para el nasciturus y para la grávida. Porque la embarazada podía, digamos, elegir entre quedarse a respirar su humo o moverse de la mesa de trabajo para no hacerlo. Pero el feto no puede moverse de donde está. Sé que es una situación límite. Pero creo que esta ley viene a proteger más que a castigar. El caso que paltéas en tu artículo es falso por definición. Para que alguien os sancione tiene que haber una denuncia y si los tres estáis de acuerdo en que se puede fumar no hay que temer que un inspector venga a multaros... es de sentido común. Y por cierto, Nepión, no me juzgues tan alegremente porque has cenado en mi casa y has podido fumar.
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