Hace ya más de 20 años que se marchó el Viejo Profesor. Dejó la alcaldía de Madrid para ir, como manda el refrán, al cielo. Al cielo de los agnósticos, que no sé si es el cuarto, el quinto, o puede que, incluso el séptimo. La que tiene que haber montado por allí arriba, pues si con solo síete años como cabeza política del municipio logró hacerse con las simpatías de propios y extraños (claro, que por aquel entonces no se llevaba el “y tú más” como estrategia de oposición) hasta el punto de congregar a decenas de miles de ciudadanos (con las nuevas técnicas de conteo establecidas por Espe y sus allegados hubieran sido, por lo menos, 3 ó 4 millones de madrileños) sólo para rendirle un sencillo homenaje. Recuerdo que, al enterarme de su muerte, una lágrima me rodó por la mejilla.
Había conocido al Viejo Profesor apenas unos días después de que tomara posesión como alcalde. Tuve la suerte de que me concediera la que creo fue su primera entrevista en el cargo. Unos días más tarde, comprendí de donde le venía ese apodo. No hubo pregunta en la que no me reprendiera por la construcción gramática, la semántica o, incluso, los datos que en la pregunta podía aportar. Bien es cierto que, para mí, también era la primera vez que entrevistaba a una alcalde. Días después, en un programa de televisión, le vi también corregir a Victoria Prego. Entonces ya, periodista de experiencia, de larga experiencia. Comprendí, entonces que las correcciones que había recibido no se debían a mi inexperiencia, sino al talante del Alcalde, y a una deformación profesional que le llevaba a corregir cuanto se saliera de la ortodoxia, especialmente en el terreno lingüístico.
De unos días para aca, con motivo del aniversario de su muerte, nuchas cosas se han escrito sobre la figura del Alcalde. Algunas, incluso, las he leído. Se ha hablado de sus bandos, de los que guardo un ejemplar entre los tesoros de mi biblioteca. Se ha escrito también de cuando recibió al Papa hablándole en latín, o del presunto impulso que le otorgó a la “nueva movida madrileña” (ese movimiento del que entonces se decía, no sin parte de razón, que ni era nueva, ni movida, ni madrileña).
Sin embargo, hoy me ha venido a la memoria el Viejo Profesor, más en concreto una de sus intervenciones, entonces más comentadas. Especialmente por los detractores de una democracia que aún estaba en su infancia. En mala hora dijo el Alcalde que “las promesas electorales se hacen para no ser cumplidas”. Cuando han pasado veintitantos años (y no sé cuántas elecciones generales, autonómicas, provinciales, vecinales, sindicales y no sé cuáles), cuantos jugamos a la democracia sabemos de sobra que, efectivamente, las promesas electorales (como las de blancura en los detergentes) tienen menos valor que el papel en que se imprimen. Pero es parte del juego.
Al ojear hoy la prensa (ojear de ojo, que tuve que leerme los periódicos en la interné) encontré un titular, lógicamente, llamativo: Berlusconi promete no practicar sexo hasta las elecciones de abril. ¡Lo que hacen los políticos con tal de ganar votos! ¿Quién le habrá dicho que la abstinencia hace ganar elecciones? Desde el desconocimiento que da la distancia, uno se atreve a pensar que ha contratado los mismos asesores de campaña que recientemente llevaron a otro candidato, vecino del italiano, a vencer en un proceso electoral. Pero alguien debería explicarle al morador del Quirinal las diferencias entre un cuerpo electoral (el colegio cardenalicio) y otro (la sociedad italiana). Aunque a los primeros, me temo, una promesa de abstinencia de sólo dos meses, tampoco arrancaría muchos votos. Pudiera ser que, con su promesa, il cavalieri, tan sólo quiera conquistar un voto: el de Verónica Lario, su esposa, quien ya en 1994 se declaraba seguidora política del Radical Marco Panella y que siempre ha “votado por la izquierda, por los radicales, por los socialistas”.
Ni una línea en la prensa mundial he podido encontrar sobre la reacción de doña Verónica a la promesa de su marido. Ni creo que sea un tema que le preocupe. Al fin y al cabo, como dijo el Viejo Profesor: “Las promesa electorales…”.
Nepión
Post data: Desde que perdió su condición de a-salariado (15/01/06), Nepión, por falta de tiempo más que nada, no comenta en otras bitácoras. Desconfíe de las imitaciones. Siempre son falsas.
7 comentarios:
Un comentario que no desluce tu comentario: Ahora han hecho 19 años de la muerte de Tierno. Sería más propio decir "casi veinte". Por lo demás, de acuerdo.
Saludos.
Mi querido don Francisco:
Aun a fuer de ser (en mi caso) un ser de letras, y quedar ya muy lejanas en el tiempo las clases con (otro) don Francisco, empeñado en enseñarme las cuatro letras, persisto en mi afirmación del "poco más de 20 años". Tanto las fuentes consultadas como la mi memoria me dicen que el óbito de don Enrique tuvo lugar en enero de 1986, más en concreto el día 19. Acaso de este último guarismo pueda venir la confusión. Pero años, son 20. Esto es: nada
Me he quedao blanca con lo de Berlusconi.... y eso pa qué?...
Cuídate, besos y un big abra:
Alma;) (F)
Excelente nota y blog muy divertido. Seguiré volviendo por estos lares.
Y Berlusconi? lo que quiere es ahorrar en sus gastos de Viagra.
Touché. Estoy gagá. Me dí cuenta después, pero ya lo había enviado. Como todo Alzheimer, mi memoria inmediata me impide asumir, tras el intenso periodo vivido, que hemos pasado de año, y vivimos en 2006.
Ruego públicamente excusas.
Debido más que nada a mi edad y en mayor parte a una falta absoluta de cultura; por no decir de Historia Contemporánea, me costó adivinar a quien dirigía su post.
Me justifico pensando que tan solo tenía siete años hace veinte y mi mayor preocupación por aquel momento, era no perderme Candy Candy.
Suplido gracias a Google parte de mi ignorancia, no puedo decirle más que estoy de acuerdo con usted. Las promesas electorales son cuanto menos dudosas. Y yo, que me decanto más por la diestra que por la izquierda; encuentro más convincentes a los primeros que a los segundos, tal vez por lo comedido de sus promesas, o por su ausencia de ellas.
Besos Isabel.
Respecto de Tierno, recuerdo que ya por entonces vivía en Madrid, y que la noticia nos fue comentada por los profesores del colegio. Creo que incluso cerraron en señal de luto, pero no estoy totalmente seguro.
Respecto de Berlusconi... Lo siento por los Italianos, pero si un personaje así no existiera habría que inventarlo. Creo que de la cultura WASP se desprende que los países meridionales estamos para hacer el payaso y divertir a los nórdicos, y en ese sentido figuras como Gil, Le Pen o Berlusconi lo bordan... a cambio de amargarles la vida a sus conciudadanos, claro.
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