29.9.05

Andrés

Pobre Andrés, ¡qué vida lleva! Levantado desde tan temprano, una ducha, un afeitado perfecto, un pis. Un café, bebido y como siempre frío (nunca da tiempo a calentarlo). Besos y adiós que se me escapa el autobús. Colocarse la chaqueta mientras baja el ascensor (un día de estos va a resultar muy difícil explicarle a doña Remedios, la del tercero, que Andrés no es un sátiro, que Andrés termina de vestirse en el ascensor porque el despertador atrasa). Buenos días (qué empeño en saludar todas las mañanas al portero automático). Corre que te corre que se escapa el bus. Como siempre hasta los topes. Acelerón y frenazo en seco, los noventa y siete viajeros colocados y aún, con hueco suficiente para que entren otros treinta y nueve más. Hora punta.
Cuarenta y dos minutos con tres codos en el lomo y un paraguas clavado entre la séptima y la octava vertebras dorsales (y luego dicen que la acupuntura es sana). Final de trayecto. Autobús desalojado en cero coma tres segundos, y no hay heridos. Récord de Europa.

Siete cincuenta y cuatro. Y Andrés entra en la oficina. Una carta, dos cartas, tres cartas. Apagón. El ordenador no había guardado nada en la memoria. Otra carta, dos cartas, tres cartas. Ahora sí, las copias al archivo. A ordenar la correspondencia. Seis estados de cuentas, doce facturas y dos letras devueltas. En pie, el director.

Martínez, la orden del día y un café, con sacarina. A preparar esos informes, y a pasar a limpio uno, dos, tres, ochenta informes. Terminar la nota de gastos, apuntar los vencimientos, asentar los cobros, aplazar los pagos, rellenar el tecé uno y el tecé dos (copia nueva porque no calca bien). Las once, un café y una tostadita y a ver si hoy no se te quema. El atleti estuvo bien pero le falto suerte, como siempre. Y media. Martínez, siempre se retrasa ¿están ya esos informes, llame a Barcelona que nos manden la copia de los albaranes de Guerrero y Guerrero.

Revisar las nóminas, archivar los faxes, llamada a Barcelona (qué manía con el digui), preparar el mailing, anular las fichas de fallecidos y ausentes, registrar la correspondencia emitida, reclamar dos pedidos, atender el teléfono, Don Javier está reunido en este momento... sí...sí... ya le llamará él en cuanto termine... (otro que quería cobrar). Llevar documentos al banco, preparar la circular para revendedores, ajustar las nuevas tarifas, traducir el fax de Barcelona (que empeño en escribir en catalán).

Las dos. A comer, ensalada mixta o gazpacho y filete o huevos fritos ¡qué original! 9 uritos, café incluido. Las tres y media, a la oficina. Rellenar impresos del IVA, reordenar el archivo: Facturas, en la efe; cartas, en la ce; impuestos, en la í; balances, en la be; y morosos, en la pe (pendientes de pago). Teléfono, Don Javier no está... sí, le di su recado... no, no es probable que vuelva ya... A usted. Escribir dos cartas, cuatro invitaciones, contabilizar pagos pendientes, reclamar dos fianzas, preparar impuesto de sociedades. Las seis y media, apagar las luces, cerrar la puerta, el autobús. En casa. Papá... las notas, (no hay paga). Andrés la cena, la película (un ronquido), la cosita con mamá, a dormir...

Y otro día, el despertador. Entrada en el cuarto de Carlitos. A oscuras, a hurtadillas.
Menos mal que Carlitos se saca unos cuartos con la cocaína. Si no, lo de Andrés no sería vida
Nepión

2 comentarios:

José Moya dijo...

Como dice Benedetti en un poema, "quién me iba a decir que la vida era esto"

Anónimo dijo...

Desde Cultura y Libertad, un saludo de Sofía.

me gusta cómo escribes. Sigo leyéndote.

Un saludo