22.2.06

Reflexiones poco importantes XIII

Aguantamos tres años de obras destinadas a mejorar la circulación de vehículos en la ciudad. Es posible que llegue un día en que se terminen. Para cuando ese día llegue, los acólitos del faraón pretenden prohibir la circulación de esos vehiculos en el centro de la ciudad. O bien se creen que somos gilipollas, o es que saben que somos gilipollas.
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Siguen aumentando los miedos provocados por lo que se percibe como cierta imprevisión ante la presunta llegada de la gripe aviar. No han de pasar muchos días hasta que quede tajantemente prohibido hacer el ganso, comprar o vender avellanas, ponerse gallito, jugar a la oca o enriquecer los guisos con Avecrem. Una vez que la epidemia se declaré (si es que eso llega a pasar) será perseguido el rezo de avemarias.
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Algunas mujeres, cuando llegan a una determinada edad, dejan de cumplir años. Se tiñen el pelo.
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Tras la decisión del Supremo, es previsible que una buena parte de los profesores de taichí en las prisiones pierdan su empleo por falta de alumnos. ¿O es que se creen que los presos con más de 1.500 años de condena iban a clases de taichí para desarrollar “la energía interior mediante la suavidad”? ¿Pasará lo mismo con la Universidad?
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Una de los inconvenientes de no saber idiomas reside en la cantidad de tiempo que se pierde buscando versiones subtituladas en el emule.
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El alegre cortejeo de las abubillas
preludia sobre el arrozal sublime cosecha
Si prodigaren el éxtasis litúrgico sobre los bóvidos
¿Colmaría mi cena un entrecot?
(G. Aruyama. Libro IXL)
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Nepión

2 comentarios:

Lula Towanda dijo...

Contrareflexiones:
- El faraón a la oposición. Gilipollas será el que le vote de nuevo.
- Muchos hombres les gustaría hacer como las mujeres, pero pierden antes el pelo :-)

piradaperdida dijo...

a ver si se terminan las obras antes de que las obras terminen con nosotros...

y el entrecot... mi cena la colmaría...