11.11.05

Call center

“Le llamo de Telefónica. Queríamos saber si tiene Vd. una línea de ADSL con nosotros”. Esto es lo que me acaban de espetar al descolgar el teléfono. Por las buenas. Sin tan siquiera un cortés “buenos días”, indicativo de la presunta educación recibida por la propietaria de la agradable, eso sí, voz que hablaba desde el otro lado de la línea. Sin una mera disculpa del tipo “perdone que le moleste”, o un somero “disculpe”. Sin preguntar si estoy o no atareado con alguna ocupación poco importante que pueda interrumpir para atender su intromisión publicitaria. Sin saber si estoy concentrado preparando unas oposiciones a registrador de la propiedad inmobiliaria; o si me hayo en pleno debate conyugal intentando salvar mi matrimonio. Ignorando que puedo estar negociando los últimos flecos de lo que puede ser el contrato de mi vida. Soslayando la posibilidad de que esté a punto de descubrir quién mató a Mrs Fortune antes, incluso, de que lo haga la señorita Marple; o dándole vuelta a las berenjenas en la sartén, para darles el punto justo de tostado: ni muy crudas, ni muy quemadas. Pretendiendo que su voz pueda ser más sonora que el tercer movimiento de la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorack; o más interesante que descubrir que, según sentencia una jueza de Barcelona, a determinados cabrones se les puede llamar así, sin que el uso de esta expresión sea constitutivo de injuria. Creyéndose merecedora de máyor atención que la que puedo estar dedicándo a mi diaria higiene o, inclusive, más placentera que esa actividad tan bellamente bautizada en la lengua dantesca: il dolce far niente, pues pudiera ser que me encontrara inmerso en cualesquiera de estas actividades. O, quizá, haciendo algo importante que he interrumpido súbitamente al escuchar el repetido timbrear del teléfono. Y todo para preguntarme algo que, si tanto le interesa y urge, podría saber con sólo consultar las bases de datos que obran en poder de la compañía. “Antes de consultar las bases de datos preferimos preguntar a los clientes”. ¡Pues podrían hacer lo mismo cada mes a la hora de preparar las facturas!
Me consta que la empleada del call center de turno no es la creadora de tan absurda pregunta. Empero, el sólo hecho de que a su superior jerárquico se le ocurran tamañas estupideces, luego de una formación especializada en márketin y otras técnicas de promoción, (con licenciatura, idiomas y máster incluidos), ¿no debería ser motivo más que suficiente para pensar en la urgencia de una reforma drástica en los planteamientos educativos a los que sometemos a los impúberes?
Nepión

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