Hoy no quiero reprocharte nada, mi amor. Ya sé que se te hará extraño, pero hoy solo quiero darte las gracias. Y un beso enorme. Porque me gustas así, limpito y recién arreglado. Que besarte en esa cara recién afeitada me hace olvidar los restos de pelos y jabón que todavía bordean el lavabo. Y cuando te huelo el aftershave recién frotado pienso que en un momento de felicidad como este, la brocha que has usado se irá ella sola a tu cajón todavía abierto.
Adoro que me rasques. Así, mi tigre, casi arañándome. Ganas me dan de ponerme a ronronear para decirte cuánto te quiero, aunque dejes los restos recién cortados en la mesita, junto a la taza. No sabes cómo relaja. Ven, que tú también te has ganado unos mimos. Que da gusto acariciarte ese pelo tan suave, sin importarme un comino que otra vez hayas volcado el frasco abierto del champú y se haya derramado por toda la bañera. Mmmmm… con el pelillo todavía mojado… tan fresco… Húmedo todavía, como la toalla que reposa a los pies de la cama. Que tan guapo como estás dan ganas de quitarte la ropa a mordiscos, porque sé que me voy a encontrar unos calzoncillos limpios. Y también sé que si no miro a la mesilla no veré los calcetines de anteayer. Pero ahora no tengo ojos más que para ti. Para mi chico guapo y arreglado. Para el hombre que más quiero. Ven a mis brazos y hazme el amor como si fuéramos adolescentes.
Rapidito, mi vida, y después arreglas el baño que lo has dejado hecho un asco. Como siempre.
Adelaida del Campo
1 comentario:
Amén.
Publicar un comentario