4.10.05

La aventura de vender un piso I

Ayer, por fin, se ha publicado el anuncio. Ya está en venta la casa. La que ha sido mi domicilio durante los últimos veintitantos años, próximamente (espero) va a dejar de serlo. De momento he comenzado por la interné. Qué cosa esta la del mundo virtual. Con el mismo esfuerzo, esto es ninguno, buscas trabajo, lees las noticias, compruebas la bonoloto de hace seis semanas o descubres que Piauí no sólo existe, sino que, además, es un estado Brasileño localizado al noroeste de la región Nordeste ([sic] veasé). Amén de la cantidad de cochinadas y sonseras que se encuentran pululando por los epacios dígitovirtuales. La cosa es que en la interné tambien se pueden poner anuncios. Yo ya he puesto el mio*. Como era de esperar, el teléfono ha empezado a sonar, tampoco es que haya sido un exceso, pero he recibido las primeras llamadas. Ya me habían avisado de que, los primeros días, las únicas llamadas que se reciben son de agencias. Por eso, para evitar a los “profesionales”, inserté la coletilla: “abstenerse agencias”.

Ingenuo. Hay varias cosas, pocas, que me asombran más que las múltiples utilidades de la interné: los fenómenos naturales como los eclipses (¡qué bonito el de ayer! ¿verdad?), la súbita aparición de la imagen en un papel fotográfico apenas transcurridos unos segundos desde su inmersión en el revelador… Pero, sin duda alguna, una de las cosas que entrenan mi capacidad de pasmo es el analfabetismo sobrevenido. Éxplicome. Parece como si quienes trabajan en agencias inmobiliarias perdieran la capacidad de leer mensajes transcurridas apenas veinte palabras desde que empezaron la lectura. ¿Qué mecanismos neuronales suceden en el cerebro de una persona que es capaz de leer, y comprender, perfectamente “vendo piso de 130 m2…” y, de pronto, cuando en su pantalla aparecen las últimas palabras del anuncio, los términos “abstenerse” y “agencias” son incapaces de dar el salto del mero grafismo a significante? ¿Es acaso, tiemblo ante la sola posibilidad, que un ignoto virus o bacilo provoca en el lector del aviso una dislocación cognoscitiva que le impide interpretar los últimos vocablos del mensaje referido? ¿Quiénes trabajan en agencias inmobiliarias han recibido una educación deficiente que, de la misma forma que les incapacita para comprender el significado de algunas frases, les hace imposible nombrar las formas de los diferentes objetos (círcular, cuadrado, trapezoidal, cosa de tres lados…)? ¿Es condición sine qua non poseer esta deficiencia para obtener el título homologado de Agente de la Propiedad Inmobiliaria? ¿Ha sido esta la única vía que ha encontrado el jerifaltazgo nacional para colocar a los damnificados por la ESO?

La cosa es que las veces que me ha sonado el teléfono siempre era un empleado de una agencia intentando, iluso de él (o ella), conseguir mi casa en “exclusiva”. Siempre reciben la misma respuesta: “Si me garantiza que el piso está vendido en el plazo de seis meses, la exclusiva es suya”. Ni uno.

Las exclusivas inmobiliarias son como el perro del hortelano. Ni venden la casa ni la dejan vender. Eso sí, si cuando harto ya de estar harto de tanta visita infructuosa, el propietario descubre que su peletero de toda la vida está interesado en adquirir su casa, y le hace una oferta más que razonable, el agente, que no ha tenido arte ni actuación, se embolsa una suculenta comisión en concepto de parte y comisión tal que si hubiera sido él el amigo del peletero.

Por el momento, como particular, seguiremos intentándolo. Hay quien dice que esto de la interné, funciona.



* Por cierto que si a alguien le interesa un magnífico ático en zona de alto standing puede mirar mi anuncio pinchando aquí.

No hay comentarios: